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El derecho al voto de las personas privadas de libertad…                111

    La conjugación de constitucionalismo y democracia, debe invo-
lucrar el respeto de los principios democráticos, entendidos como el
reflejo de la voluntad general.

    Para ello es necesario resaltar la función civilizatoria que debe lle-
var a cabo todo Estado democrático. Al respecto, Adela Cortina reto-
ma una reflexión de Thomas Marshall quien afirmaba:

              Siempre que se les de educación, siempre que tengan asistencia sani-
         taria, siempre que tengan un seguro de desempleo, siempre que tengan
         atención, evidentemente serán ciudadanos’. Pero si las personas no reciben
         educación, atención sanitaria, ayuda en tiempo de debilidad, no serán ciu-
         dadanos porque carecen de civilización. La protección del derecho tam-
         bién civiliza, de forma que ciudadanía y civilización son raíces totalmente
         conectadas entre sí17.

    Construir ciudadanía en y para la democracia, que confronte y
supere los problemas actuales que aquejan a nuestra sociedad, implica
necesariamente la formulación de un debate incluyente que involucre
a la mayor población posible en los asuntos públicos, particularmente
en aquellos asuntos que trascienden a sus esferas. De tal forma que
seamos todos, los que a través de la deliberación, el pluralismo, la
tolerancia y el debido respeto a los derechos humanos, logremos rees-
tructurar el Estado democrático constitucional.

    Es necesario destacar que frente al déficit de legitimidad demo-
crática que se ha gestado en las últimas décadas, derivado de la bre-
cha que existe entre sociedad y gobierno, se han ido constituyendo
movimientos sociales que han redimensionado el papel que juega la
ciudadanía.

    Las exigencias de esos movimientos han impulsado transforma-
ciones constitucionales y legales de gran calado, que inciden en la
médula de los principios y valores que nos hemos dado como socie-
dad. Tan solo de las últimas dos décadas podríamos hacer referencia
a un sinnúmero de reformas constitucionales que ejemplifican esta
trasformación, como fueron las de junio de 2008 (que transformó el
paradigma del sistema de justicia penal desterrando el sistema inquisi-

17	 Cortina, Adela, Justicia cordial, Madrid, Ed. Trotta, 2010, p. 65.
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