Lorenzo Córdova Vianello
Representación política y participación ciudadana son dos componentes indispensables para el funcionamiento de una democracia. No puede concebirse el buen desempeño de un régimen democrático sin el concurso de la ciudadanía en los asuntos públicos, como tampoco sin un mecanismo que facilite tanto la conformación de los poderes de manera representativa, como la agregación y procesamiento de las demandas de los distintos grupos que forman parte de la sociedad.
Muchas veces, empero, la representación política y la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas suelen tomarse como sinónimos cuando en realidad son conceptos diferentes. Esto se debe a que si bien es indispensable en las democracias el concurso de los ciudadanos para la elección de los órganos de representación, la participación ciudadana en los asuntos públicos suele limitarse a la elección de los representantes populares, cuando el voto es sólo uno de varios mecanismos para la intervención ciudadana en las decisiones de los gobiernos.
Al confundir ambos términos y convertirlos en sinónimos puede arribarse con facilidad a la célebre conclusión de Rousseau en el sentido de que en una democracia representativa, el pueblo es soberano solamente en el momento de la elección de los representantes y tan pronto como estos son elegidos éste vuelve a un estado de esclavitud. Esta afirmación pasa por alto el hecho de que en un régimen democrático la participación ciudadana no se circunscribe solamente al voto, sino que comprende aquellas actividades mediante las cuales los ciudadanos influyen en la toma de decisiones públicas y, de esta forma, en el control sobre las acciones de sus gobiernos.
Esta precisión tiene mayor relevancia en los momentos actuales. Hace poco más de medio siglo, sólo algunos cuestionaban la importancia de la representación política en el funcionamiento de un régimen democrático, pues la agregación de los diversos intereses existentes en la sociedad se realizaba principalmente a través de los partidos políticos, sindicatos y otros grupos de interés. Sin embargo, en los últimos años hemos sido testigos del surgimiento de serios cuestionamientos sobre la idoneidad del régimen representativo, a la par del surgimiento de grupos con intereses y demandas puntuales, preocupados por incidir en el desarrollo de las políticas gubernamentales en temas específicos, pero sin proponerse la obtención del poder y sin vínculos directos con los actores políticos tradicionales.
El surgimiento de estas nuevas identidades políticas –inspiradas muchas veces en la democracia directa- plantea un nuevo reto para la democracia representativa. En efecto, las nuevas formas de organización y participación política ponen a prueba la capacidad de los gobiernos en todo el mundo para procesar sus demandas sin sustituir los mecanismos de representación y el papel de los actores políticos tradicionales en este proceso.
Por esta razón, el conocimiento de las nuevas formas de participación política y el análisis de sus consecuencias para las democracias contemporáneas es ahora una necesidad para quienes se dedican a la academia, a la actividad política o al diseño y aplicación de políticas públicas. En este sentido, los 26 estudios que conforman Mecanismos de Participación Ciudadana: Una Experiencia Global, constituyen una contribución de gran utilidad para el estudio comparado de la participación ciudadana en las democracias. Como lo podrá observar el lector en las siguientes páginas, el tipo y número de casos analizados, así como las coincidencias entre las variables consideradas permiten identificar los rasgos en común y las divergencias en las formas en que distintos países han abordado los efectos de las nuevas modalidades de acción ciudadana.
Sin duda, uno de los grandes aciertos de este libro es la perspectiva comparada para abordar el tema de la participación ciudadana. El método comparativo no sólo permite explicar, comprender y contrastar las expresiones de un mismo fenómeno político en distintos lugares mediante el análisis organizado y sistemático de sus similitudes o diferencias, sino que ayuda a evitar sesgos en su comprensión por causa de prejuicios etnocentristas. Este último punto es de particular relevancia en una cuestión como la que nos ocupa, cuyos efectos pueden observarse a nivel local, nacional e incluso internacional debido al intercambio cada vez más rápido e intenso de ideas, prácticas y experiencias al respecto. Por todo lo anterior, es de celebrar el esfuerzo realizado por el Instituto Electoral del Estado de Querétaro junto con Tirant lo Blanch para poner a disposición de especialistas y público en general esta obra, que busca provocar una seria reflexión sobre las prácticas y los resultados de políticas diseñadas para el fomento de la participación ciudadana no sólo en el ámbito electoral, sino en otros más de la vida pública.