El dividendo democrático: educación cívica para la democracia, la inclusión y la participación, y la ciudadanía
Luis Almagro
La defensa y promoción de la democracia es un principio rector del Sistema Interamericano. La Carta Democrática Interamericana comienza con una simple pero poderosa enunciación: “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”.
Es preciso agregar que la consolidación y profundización de la democracia requiere además del desarrollo de una cultura política democrática.
En el preámbulo de la Carta Democrática Interamericana (2001) se hace notar que
“(...) la educación es un medio eficaz para fomentar la conciencia de los ciudadanos con respecto a sus propios países y, de esa forma, lograr una participación significativa en el proceso de toma de decisiones (...) para lograr un sistema democrático y sólido”.
El artículo 26 de la Carta establece que:
“La OEA continuará desarrollando programas y actividades dirigidos a promover los principios y prácticas democráticas y fortalecer la cultura democrática en el Hemisferio, considerando que la democracia es un sistema de vida fundado en la libertad y el mejoramiento económico, social y cultural de los pueblos. La OEA mantendrá consultas y cooperación continua con los Estados Miembros, tomando en cuenta los aportes de organizaciones de la sociedad civil que trabajen en esos ámbitos.”
A su vez, el artículo 27 indica que:
“Los programas y actividades se dirigirán a promover la gobernabilidad, la buena gestión, los valores democráticos y el fortalecimiento de la institucionalidad política y de las organizaciones de la sociedad civil. Se prestará atención especial al desarrollo de programas y actividades para la educación de la niñez y la juventud como forma de asegurar la permanencia de los valores democráticos, incluidas la libertad y la justicia social.”
Es un honor prologar este libro, titulado “Educación Cívica: Una Experiencia Global”, auspiciado por el Instituto Electoral del Estado de Querétaro, México, porque es una valiosa contribución al fortalecimiento de la democracia en nuestro continente.
Este estudio global sobre experiencias y buenas prácticas en educación cívica, editado por Gema Morales Martínez y Gerardo Romero Altamirano, constituye una fuente de análisis, comparación e inspiración para todas las naciones de nuestro hemisferio. El lector, y especialmente quienes trabajan en la defensa y promoción de la democracia, encontrarán en estas páginas material de gran ayuda.
El estudio recoge experiencias de las Américas y también de Europa, África y el Medio Oriente, lo que le otorga un valor especial porque demuestra que las distancias geográficas o las diferencias culturales no constituyen un obstáculo para el desarrollo de programas orientados al fortalecimiento de los valores democráticos.
Los capítulos son ricos e ilustrativos y en este prólogo, tan breve apenas, voy a destacar algunos de los muy interesantes casos estudiados. El libro comienza examinando el programa de la Red de Educadores de la Ciudadanía Europea y aborda las iniciativas realizadas por la misma para vigorizar los valores democráticos, en países en los cuales algunos perciben lo que denominan “fatiga democrática”.
Seguidamente, estudia una rica experiencia en Argentina en escuelas con altos niveles de violencia. Esta iniciativa tiene como objetivo fortalecer la convivencia desde la igualdad y la inclusión y a promover hábitos y conductas pacíficas.
De particular relevancia es el trabajo del Instituto Brasileño de Desarrollo de la Ciudadanía, que bajo el lema “Construyendo la Nación” desarrolla una serie de programas que llegan a más de 8.000 escuelas primarias y secundarias y más de 6,6 millones de personas.
Igualmente significativa es la experiencia de fomentar la democracia deliberativa en Dinamarca, no sólo como un proceso político de toma de decisiones sino, sobre todo, como una forma de vida. Es un aporte que merece ser destacado porque se realiza en un contexto en que se tiende a considerar la democracia deliberativa como un lujo de polis muy pequeñas y, por tanto, un enfoque de limitado valor práctico.
En Canadá, un consorcio de Organizaciones No Gubernamentales agrupadas en la organización Gente por la Educación, trabaja activamente en un proyecto denominado Midiendo lo Importante (MLI). La iniciativa, además de evaluar la calidad de la educación pública en Canadá, tiene un componente referido a la evaluación del involucramiento cívico, es decir del fortalecimiento práctico de la ciudadanía. Esta experiencia demuestra que, aún en países con democracias consolidadas de larga tradición histórica, es preciso seguir promoviendo de manera activa los valores democráticos.
En España, la Universidad de Navarra desarrolla un programa de responsabilidad social e institucional que convierte la llamada, en otros países, “extensión” universitaria en una oportunidad para fortalecer los valores democráticos y de participación ciudadana. En los Países Bajos se desarrolla una vigorosa iniciativa de aprendizaje in situ, es decir en interacción directa con las instancias de gobierno y los políticos reales, de modo de fortalecer la comprensión de que la democracia es más que la sola elección periódica de autoridades.
Asimismo, se desarrolla un programa legalmente vinculante para estimular ambientes escolares abiertos, contenido curricular apropiado, y conexión con el entorno social. En síntesis, son programas que recalcan que la democracia necesita mucho más que el 51 por ciento de los votos.
En México, el Instituto Electoral del Estado de Querétaro desarrolla un activo programa de promoción de valores y prácticas democráticas en alianza con otros actores estratégicos. En Guatemala, el Instituto por la Democracia de la Coordinación de ONG y Cooperativas (CONGCOOP) desarrolla un proyecto en Sayaxché y Panzós para empoderar a la población Q’eqchi’, en una zona de alta conflictividad por la actividad minera y la pobreza, y extrema pobreza.
El libro también analiza experiencias en Australia, Nepal, Japón, Jordania y el Reino Unido, e incluye experiencias para promover la democracia participativa en Sudáfrica y Ghana. Explora también los programas ejecutados por instituciones como Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDAE, IDEA por sus siglas en inglés), Fundación Internacional para Sistemas Electorales (FISE, IFES por sus siglas en inglés), el Instituto Nacional Democrático (IND, NDI por sus siglas en inglés) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
En síntesis, este libro es una contribución sustancial y de gran valor para el fortalecimiento de la democracia. Los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA) tienen en él un recurso invalorable para el desarrollo de sus programas de educación cívica.
Felicitaciones al Instituto Electoral del Estado de Querétaro por este notable aporte, y a Gema Morales Martínez y Gerardo Romero Altamirano por su valioso esfuerzo.